Thursday, January 26, 2012

1. Hoy después de escribir en el blog, entró una llamada, la cual desencadenó una serie de sucesos.
2. Mi madre, frente al cuerpo de un  ser muy querido, que apenas y reconocí, me dijo: Ya se está desgranando la mazorca.
3. Yo sólo sentí dolor. Nunca lo voy a olvidar.
DEP Mi tío Millo :(
1. Esoy contenta porque el cuento de "Sergio", que subí meses atrás, publicado en Octubre en la Revista de Playboy, México, la cual por su venta (con las fotos de Celia Lora, quien realmente pensé que no vendería,  pero me equivoqué, felicidades a ella y a todo el equipo, me retracto de mi torpe y soez comentario), este mes tuvo resonancia, nuevamente ese edición del mes de Octubre en una nueva edición en Enero del 2012. Aunque no sé si Sergio volvió a ser impreso. ¡Yei! Ojalá y sí, je.
2. Tuve un recuerdo que hace tiempo había olvidado: Sádica, chatajista y fríamente cerebral. ¡Sopas! Lo que  uno puede recordar y darse cuenta cómo ha sido en su vida. Malditamente fea.
3. Hoy realmente me dio mucha tristeza, la provocó un factor en el que me sentí impotente. Los niños de primer grado de primara a los que les doy clase (41 en una aula), se comportan muy mal, y no me refiero a que deban estar todo el tiempo callados y sentados, sino que no valoran al otro; es decir, se avientan, se sacan sangre, se golpean, se roban, no respetan las reglas del otro y son chiflados. Qué triste es pensar, que en partes del mundo, niños de 6 años no tienen qué comer y hermanos mayores de 8, caminan largas jornadas, para ir por agua y sólo pueden bañar a sus hermanos, porque no tienen comida, y el agua representa un alivio. Por favor, padres y madres de familia, ¿qué estámos creando? ¿qué mentes  irracionales y corazones insensibles fomentamos?
4. Yo no porque escriba en revistas para adultos o haga x o y, no tenga derecho de preocuparme por ellos. Lo hago, no soy madre y no sé si lo sea algún día, pero no podemos permitir que estos niños se vuelvan sádicos, chantajistas y fríamente cerebrales como yo algunas veces lo he sido o como lo somos. Necesitamos reaccionar y ya. ¿Cómo?
5.Aprendamos el valor del individuo, agradezcamos a la vida y cada día que amanecemos, porque fé es tenerla al pensar en un nuevo día, eduquémosnos, porque como decía Aristóteles, en la educación está la clave para alcanzar esa perfección y libertad que nos hace falta, no nos esclavicemos ante las pasiones deshonrosas: envidia, ira, poder, codicia, ignorancia, etc.
6.Pasemos tiempo con la niñez, con una niñez sana. Pues el tiempo es algo que perdemos con facilidad.
7. Un niño siempre va a reaccionar con cariño, si lo sabré yo, son los únicos que aunque ande toda fea y aviente las tripas por la boca, me dicen "qué bonita, teacher"   Sintamos afecto, empatía, buena vibra a ellos, a la gente, a la vida. Al menos, no me puedo enojar con mis chiquitillos, pero sí me da tristeza que se hagan una bola de desmadre. :(  (pensando en cómo hacerle) Bendita pedagogía, me tiene que ayudar.
8. Aquí, dejo nuevamente el cuento de "Sergio", que por cierto, no tiene nada que ver con el tema sexual. Es parte de mi siguiente proyecto de novela :D

SERGIO

Por Isadora Montelongo



La línea del tiempo, urticaria, y los horarios encima. Es lunes. La queja es grande. Sergio viste de traje, loguea su número de empleado sobre el computador, se frota la mano contra el pecho encima de la camisa, se sienta en el escritorio hasta terminar su trabajo. Pasa por alto la hora de comida. Se rasca.
Sergio es un empleado distinguido como la única cafetera de la oficina. El jefe gordo y gruñón lo aprecia y confía en él. Sergio lo sabe. Los demás compañeros lo respetan como a un oficinista que trabaja y trabaja fuera de control. El robot, le dicen con tono de elogio.
Sergio termina su jornada de diez horas, evita restregarse la mano en el cuerpo a causa de la comezón, vuelve a su casa. Abre la puerta, nadie lo espera, ni si quiera el timbre del teléfono de casa. Se rasca el picor. Llega a su cuarto, en vez de irse hambriento contra el refrigerador, desviste su traje y corbata. Se queda con el cuerpo desnudo, la piel blancuzca le cala.
Baja al refrigerador, lo abre y saca un litro de leche tras otro. Bebe repetidas veces directo del cartón, hasta saciar la sed. No come más nada. Evita rascarse sobre el picor de la piel de todos los días. Cierra todas las persianas de casa. Se va a la cama.
El día es grande. 10 horas de trabajo. Felicitaciones por su buen desempeño, invitaciones, como siempre rechazadas por él, para ir con los compañeros de trabajo a beber unas cuantas cervezas. Es viernes y Sergio es el único que no lo ve con satisfacción.
Regresa a casa. Abre la puerta. Desviste su traje y corbata. Va al refrigerador, desnudo con su miembro colgando escamoso. Toma de adentro un litro de leche tras otro hasta agotarlos. Siente el picor que le cala, rasca un poco la piel. Cierra el refrigerador y en el reflejo de la puerta, comienza a retirarse la piel del pecho, despega la piel tirón tras tirón, lentamente le sigue el cuello hasta asomarse un tono verduzco que le sobresale sin una gota de sangre, se rasca, sigue con las piernas y el miembro hasta retirarse la piel como una enorme blancuzca laca pegajosa que deja bajo el agua del grifo para que se deshaga. Se retira la cara. Y Sergio cambia. Es él, en la noche de cada viernes, es él en la soledad de casa, donde no siente urticaria por la piel humana, pero donde no hay nadie que crea o confíe en él.