Wednesday, February 29, 2012

1. Bueno, pues no he seguido en la promoción del book. Pero escribí ya algo de la otra novela, así que compensa el cotorreo.
2. La vida es rara y divertida. Resulta que yo pensaba que atraía gente enferma. Ya saben, tipos mal pedo y esas cosas. Pero mi perspectiva de esa teoría dio un giro, porque me di cuenta que no es que atraiga gente mal pedo y enferma, es que hay chingos de gente así.
3. Les cuento: Un tipo que no tiene vida, y su vida social son las redes sociales y en ellas pasa todos sus cotorreos emocionales. La cosa no es el tipo, sino que muchas generaciones, las nuevas, no saben diferenciar entre la vida real y la vida virtual. Chale, perderemos muchos jóvenes en esa circunstancia creepy.
4. Sigo poniendo gorro a donde voy, así que eso me hace la vida más sencilla. No mucho que contar, chingos de trabajo. Yei.
5. Amor va, amor viene y en lo sensual y deportivo se detiene, como debe de ser. Tomemos la ola del presente y sorfeémos yeah!

Thursday, February 23, 2012

1. Acá pego la nota de Guillermo Jaramillo en el periódico del Provenir. Un agradecimiento a esta gran labor de Guillermo quien es súper buena onda :D
http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=561014

pd. Soy realmente mala para promocionar mi propio libro jiji. Ni le he dedicado más tiempo :P pero gracias a la gente buena onda, ahí vamos.

Friday, February 17, 2012

Acá el link del audio cuando Las chicas sólo quieren plástico estuvieron en el programa de Fernanda Tapia "La de los Estribos"
http://201.122.167.32/serv/rhmx/2012-02-10/0902lde1930.wma

Wednesday, February 15, 2012

1. En proceso creativo. Al menos vengo en 9 días cuando tenga el proyecto terminado. Yei. Abrazos  a todos.

Saturday, February 04, 2012

AQUÍ Las Chicas Plástico en Gandhi Monterrey.
También búsquelas en Sanborns, Porrúa, Liverpool...

Friday, February 03, 2012

Mamá Lencha
por Isadora Montelongo
(cuento que ya tenía para una Antología que no cumplió su parte/ya no confiaré en los Texanos)





─ …A mamá Lencha le dio un infarto…

El aire me arrebató las palabras cuando escuché a Edwin hablar tan directamente, sostuve el auricular con el shock en las manos.

─ Te shockeaste… em… No me dejan irme pa’ la casa. ¿Mamá…are you there…?

Edwin lloró tras colgar repentinamente.

Un Take it easy, mijo, se quedó tardío en la línea telefónica. Mamá Lencha cuidaría de él, y él como el hombrecito de casa, cuidaría de ella.

Mi madre me cuidó cuando Papá intentó masacrarme a palos en una de sus borracheras. Ella se juyó conmigo en los brazos y trabajó de sirvienta en varias casas cuando llegamos a Monterrey. Yo amé Monterrey y a los vecinos a los que llamé primos. Jugué a las muñecas de trapo en el porche de los vecinos y comía pollo asado en leña siempre cuando nos iba bien. Mamá Lencha era una gran mujer y la mejor madre. Nunca la vi llorar, sólo una vez, cuando tío Nacho le invitó un tequila en la jugada de la lotería de la colonia. ─La Dama, El borracho, El diablo y buenas… ─y mamá se soltó a llorar como si fuera la mismísima virgencita con el cuerpo muerto de Cristo en sus brazos─.

Papá se vino de San Luis hasta que dio con nosotros y Mamá tuvo que huir nuevamente antes de venirse con unos polleros a Florida.

Sufrió por todos sus hijos, pero a todos nos hizo legales por nacimiento, menos a mí. A mí, la hija mayor, me consiguió papeles falsos con un abogado, le buscó mucho hasta encontrar mi mismo nombre, pero con diferente apellido. Siempre se lo agradecí, que me hiciera americana y en sus cumpleaños le compraba sus rosas grandes, le llevaba mariachi hasta la cocina y la abrazaba hasta que me quitara con la frase de “anda tú, muchacha loca, me vas a hacer llorar”.

Mamá Lencha se volvió a casar con un ciudadano, tuvo a Concepción, luego con un indocumentado tuvo su tercera relación y tuvo a Refugio y Dolores Guadalupe. Todos se fueron de casa. Mamá y yo nos vinimos a Texas con mi exviejo que terminó por darme de golpes, sino hubiera sido por mamá Lencha, me hubiera matado en una de esos reclamos que yo le hacía cuando me enteraba que me cuernéaba con la comadre.

Jamás volvimos a Florida. Concepción se casó con un gringo y vive en Miami, rodeada de cubanos (hasta ya habla cantadito como ellos). Dolores Guadalupe y Refugio se fueron para Los Ángeles, donde se han divorciado, vuelto a casar y rejuntarse con un sinfín de mujeres. El tercer hombre de mamá se fue cuando su padre murió. Llamó un día después de meses que se fue pa’ México, dijo que le tocó mala suerte y no se pudo regresar, lo que sucedió fue que lo retuvieron en la migra, hasta que lo sacó un abogado de oficio. Jamás regresó, aunque intentó varias veces pasar la línea. Se ponía en la línea todos los días, con taquitos de huevo y un atole, esperando que los de la migra se voltearan y él como otros, intentaban correr hasta arriesgarse la vida, esquivando las balas o las mordidas de los perros o las camionetas que levantaban el polvo y los asfixiaban en el camino.

─ ¿Mom? ─ Edwin volvió a llamar─.

Su voz suplicante y temerosa me hizo temblar. Derramé una lágrima y me hice la fuerte.

─¿Mijo…? ¿Edwin…?¿Dónde estás?

─No me dejan irme.

─Take it easy, mijo.─Traté de calmarlo con mi voz apretando la garganta─.

─La abuela se puso mal, tiene los ojos abiertos…pero está dormida. Mamá…

─ No te apures mijo, yo voy por ti…

─Pero te van a agarrar…

Edwin me dijo dónde estaba, le hablé a Concha, Dolores y Refugio. Echaron todas las maletas a las trocas y se vinieron pa’ Texas. Cargaron con los niños y con las mujeres. Concepción se vino sola en avión, dejó al gringo. Ella todavía no tenía hijos y cuando mis hermanos le preguntaban que para cuándo, ella evadía la pregunta con tristeza, mamá Lencha se daba cuenta y la abrazaba con todo su comprensivo silencio.

Mamá Lencha siempre decía: “cada quien su cruz” y calmaba a los muchachos. Ella nos enseñó que la familia era para las buenas y las malas, para la distancia y la cercanía, para la pobreza y la abundancia, para escuchar y mirar sin prejuicios. Mamá nos enseñó cómo amar.

Yo le prometí que no me arriesgaría a ir a México como lo hizo su tercer esposo. Yo le prometí eso cuando nació Edwin. Me dijo que si yo me arriesgaba, capaz que no regresaba y el niño necesitaría a su madre.

Mamá me ayudó a criar a Edwin, se lo llevó pa’ México cuando se enteró que mi padre estaba muy grave y le dijo a mi tía María que quería verla por última vez. Mamá, cansada, con los años encima se fue pa’ México. Su primer hombre, el que la hizo mujer, necesitaba de ella. Edwin quería conocer México y yo no podía acompañarlo, porque si no, tendría la suerte de la última pareja de mi madre.

Mi madre vio a mi padre en su lecho de muerte, perdonó con sus dulces ojos todo lo que la hizo sufrir, toda la ausencia en la que nos dejó y todas las lágrimas que le derramamos. Rezó con el nombre de Dios en los labios e imploró por el perdón divino de los pecados de mi padre. Sostuvo la mano de mi viejo con cariño y misericordia hasta que falleció y ella le cerró los ojos, como era costumbre de mi abuela, y la abuela de mi abuela, le dio un beso en la frente, puso el rosario entre sus manos y empezó a organizar el funeral. Trajo a todos los hermanos de mi padre de las rancherías y se encargó de hacer los tamales, las tortillas, el café y el pan de dulce para el funeral.

Papá se fue aliviado, me dijo Edwin por teléfono, un día antes de que se vinieran en el camión para la casa.

Mi hijo en la última llamada estaba muy alterado, le pedí que me platicara cómo se le había hecho México. Me subí a la troca con la maleta llena de ropa y las ropas favoritas de mi madre. Hablé por teléfono a la migra, Edwin me contó de la blanca y pequeña Iglesia del pueblo, de los sabores de las comidas, del aire seco y abatidor que le recorrió por todos los cabellos, de la música que le cantaba a la vida y a la muerte, del luto en el corazón. De cómo todo tenía color y sentimiento, y aunque, en el funeral fue todo negro, el pueblo llenó de color el ataúd de su abuelo con flores y flores de penetrantes aromas y majestuosos colores. Se quedó dormido en el teléfono. Manejé alrededor de catorce horas. Mis hermanos me encontrarían allá. Tenía miedo de mi ID falsa, de las consecuencias que pesarían cuando tuviera que entregar los papeles cuando recogiera el cuerpo de mi madre, de la promesa rota, de la idea de tener que dejar a Edwin del otro lado para que viviera siempre mejor y no como viví yo de muy niña. No podía esperar a los muchachos y no sabía bien a bien si Concha iba a llegar antes que yo. Yo tenía que ir a cerrarle los ojos a mi madre y a darle un beso en la frente de despedida, sin importar, lo que pudiera pasar. Yo tenía que hacerle su funeral.
1. Levantarse  a las 8 de la mañana, es todo el pan.
2. No he escrito por andar con mucho trabajo, precisamente trabajo extra por parte de la Novela, bueno, pero lo vale, los hijos recién nacidos son así de demandantes.
3. Yo no pensé que tendría una revancha. Es decir, cuando era pequeña había un programa de televisión que se llamaba PIPO, ahí los padres llevaban a los niños a comer un gansito y un jugo frutsi junto al payaso Pipo quien hizo entretenida nuestra infancia. A mí y a mi hermano, jamás nos llevaron, así que jamás salimos en la tele. Ese aparato que fue nuestra niñera. Ahora, LAS CHICAS SÓLO QUIEREN PLÁSTICO, me llevará a Telehit, un canal por paga, y pues yo no sé qué haré ahí, a mí las cámaras jamás me han querido, pero lo tomaré como una venganza por no haber ido nunca con PIPO. Yei. Tengo nervios, pero hasta me parece divertido, total, la responsabilidad cae en los conductores, yo sólo, a ver si me sale, responder.
4.Soy muy tímida, en realidad, y cuando estoy nerviosa, me quedo mudo y sonrío. Si hasta parezco loquita, je.
5.Feliz cumpleaños, Juan. Te queremos mucho :D