Saturday, December 31, 2011

Carta para A.
Amores de Epistola
(Borrador)
por Isadora Montelongo




Mi querida, mi dulce amada jovencita:

Hoy he escuchado ruidos alrededor de casa. Subí sobre los tres peldaños que he colocado en perfecta periferia para pararme ahí de brazos cruzados y gritar con voz fuerte que no me moveré hasta que el incógnito o los incógnitos curiosos se marchen. El bosque está oscuro como tus cabellos, las hojas de los árboles se revuelven como cuando corrías, dulce y bella entre las verdes hayas. Yo corría tras de ti, dejándote ganar como siempre, seguía tus huellas blancas de unos pies tan pequeños y femeninos que me encantaba ver plasmados sobre la tierra. La tierra aquí es diferente, está mezclada con arena, no como la tierra cerca del río de Białowieża que es dura de levantarse de las entrañas del suelo. Amada, los ruidos cesaron en poco tiempo, las risas de unos chiquillos se escucharon a lo lejos después de apagar mi voz en la noche. La gente espera saber cómo hago para construir mi corazón sobre piedra. Mi corazón siempre ha sido tuyo, grabado con el cincel de tu promesa de venir a América cuando así lo veas oportuno. Yo siempre te esperaré como te prometí antes de verte llorar por mi partida. Construyo ahora nuestra morada, hoy he dejado bien colocado una mesa de jardín que pesa una tonelada en forma de corazón ¿sabes por qué la he hecho? Porque te recuerdo con las mejillas rojizas y el ceño fruncido cuando olvidé por primera vez darte una carta de San Valentín, por eso la he construido, mi linda jovencita, porque cuando vengas nunca olvidaré darte una, y si así fuera, esta mesa lleva sobre su plano vientre una leyenda de amor. No te diré que dice, porque esperaré a que vengas y tú misma, cada mañana en el desayuno, la leas y descubras mis latidos que son sólo tuyos como todo lo que poseo. También he puesto unas flores frescas en medio de la piedra para que siempre tengas un ramo lleno de lo que mis suspiros sienten al verte. Te extraño mi jovencita. Te extraño cada que recuerdo tu imagen sobre mis ojos.

Las noches no son tan largas, cuando el trabajo se acumula. Apenas la mañana de ayer, un camión trajo las nuevas rocas con las que haré un monumento donde nos casaremos. La piedra es muy parecida a las de Stonhenge, de las cuales te platiqué entusiasmado después del viaje que hice con mi padre antes de fallecer. Tú abriste los ojos y sonreíste llena de admiración. Nunca te había visto admirarme tanto, por todas las travesías que pasé cuando tuve tu misma edad. Los dieciséis años en un chico son tan distintos a las de una chica, por ello debes cuidarte tanto. Eso es lo que me preocupa, no poder protegerte con todo este mar que nos separa. Pero he me aquí cada noche, haciendo para ti una fortaleza digna de una princesa. Tú eres mi pequeña princesa de mejillas sonrojadas, tú eres la razón por la que este castillo flota a media noche, revelando el secreto de las más antiguas construcciones en el mundo. Tú, mi amada y bella jovencita, eres la fuente de energía que me hace trabajar noche a noche. Tú, mi amada A. eres la clave del movimiento magnético de estas rocas que son ligeras como una pluma cuando las toco.

La noche se estremece poco a poco, las piedras comienzan a acomodarse fuertemente en su lugar, tan sólo con un pequeño toque de la yema de mis dedos. Yo sigo aquí, contándote todos mis secretos que cualquier arqueólogo quisiera para develar el secreto de la construcción de las pirámides. Te espero con el pecho descubierto en este castillo que construyo noche a noche con el más  esperado y antiguo secreto de construcción, hasta que tú vengas, porque el amor que te tengo, mi querida jovencita, es tan fuerte y duro como una roca de dos toneladas, pero tan ligero y magnético como el correr de tus cabellos por el bosque que tanto recuerdo mi amada y bellísima A.

Tuyo hasta siempre Ed.
Con el amor y todos los secretos de un corazón vivo