Tuesday, November 22, 2011


¿Te gusta viajar por el desierto?
Isadora Montelongo
(borrador)

─¿Te gusta viajar por el desierto?

Biny lanza su mirada azul hacia las piernas bronceadas de Janet, los vellos del brazo de la chica se levantan como las palmeras alrededor del desierto. El sol cae sobre la cabeza de los chicos y el deportivo rojo sin techo, les arroja a toda velocidad el aire seco del camino. Han pasado ya 3 kilómetros desde que salieron de su pueblo.

─¿Te gusta que te traiga a solas por la carretera?

Janet, muda, tiene la cabeza recargada sobre el hombro derecho de Biny. Los cabellos rubios de la chica son una revolución en las mejillas de él. El muchacho huele los cabellos de su ex novia humedecidos por la sal de la arena entre más kilómetros avanza hacia un lugar despoblado.

─¿No es maravillosa la puesta de sol?

Biny deja aún lado la mano sobre la palanca de cambios del auto y toca impulsivamente una pierna bronceada de la chica, el deportivo se estremece hacia un lado de la carretera cuando el atrevido joven desea ardorosamente sujetar la pierna de Janet. Han pasado ya 20 kilómetros lejos de casa. Biny regresa inmediatamente la mano a la palanca de cambios y endereza el volante que se ha ido a toda velocidad a punto de estrellarse contra una enorme roca a la orilla del camino.

─¿Esa estuvo cerca, cierto?

Biny sonríe con sus labios gruesos y barbilla partida, tratando de ver si Janet hace algún extraño movimiento. Janet sigue recargada sobre el hombro de Biny. Las mejillas de la chica han ganado color por el sol y los labios de la rubia comienzan a oscurecerse con la puesta de sol sobre su sangre. Biny ha corrido sobre el auto casi 50 kilómetros.

─¿Sabías que te he extrañado?

La chica no responde a ninguna de las preguntas de Biny y él sigue avanzando tan rápido sobre la carretera. Le falta poco para llegar a donde por primera vez lo hicieron en el deseiero. Las montañas comienzan a bañarse de dorados quilates y empiezan a abrirse en surcos sobre la tierra a medida que el chico avanza.

─¿Recuerdas la primera vez que venimos aquí?

El aire caliente y seco, comienza a envolverse con la fría oscuridad, los vellos de los brazos de Janet ya no parpadean con el brillo del sol y sus mejillas comienzan a despintarse con la noche.

─ ¿Recuerdas que me dijiste que te gustaría viajar por el desierto y ser solamente mi única y última mujer?

El desierto y la noche se comparten el aire que sacude las montañas y hace levantar hasta el último grano de arena de los enormes surcos de la tierra. Biny, después de 55 kilómetros entra por un camino hasta parar cerca de un desfiladero y enciende una melodía suave.

─¿Quieres bailar?

Biny sube el volumen del radio del auto y baja del deportivo rojo. Janet se queda sentada, recargada sobre el respaldo del asiento. Las estrellas le dan como balas directo a sus ojos oscuros y fijos como dos perros ante lo desconocido. Janet tiene la cara seria como una esfinge esculpida de piedra. El color de su piel se confunde con el reflejo de la luna y sus piernas bronceadas permanecen clavadas debajo del asiento.

─¿ Sabes por qué no habíamos venido desde que te casaste en el pueblo? ¿Sabes por qué me dejó de gustar bailar contigo, así cada noche? ¿Sabes por qué ya no te traje más a nuestro lugar especial? ¿Sabes por qué?

Janet no responde como en todo el camino. 55 kilómetros de arena se han hundido dentro de su pecho izquierdo como un objeto portador de alfileres.

─¿Sabes por qué? Porque te quiero, tanto, que no puedo resistir que cuando vuelva a mirar tus piernas, oler tus cabellos y poner mis manos sobre ti, tú ya seas mujer de otro.

Biny toma el cuerpo de Janet, recargado sobre el asiento delantero, el pesado cuerpo de la chica cae en sus brazos como un costal con arena. Él la carga hasta el desfiladero y le hace la última pregunta.

─¿Mi amor, te gusta viajar por el desierto?

Janet es absorbida por la profundidad del oscuro hueco de la tierra. Biny la ve partir entre el frío y la seca arena, sin vida, como cuando la vio caminar hacia en el altar en el pueblo, 55 kilómetros atrás. Biny le echa una última mirada con el resplandor de sus ojos azules y ve tranquilamente el rostro, las piernas y los rubios cabellos de Janet desaparecer en el lugar favorito de los dos.

Biny sube al deportivo rojo y se pierde para siempre en la noche del desierto.