Sunday, July 24, 2011

Tutsi
(borrador)
Isadora Montelongo




─¡Vale más que te cojas el culo de un gato antes que te pares aquí!, ─Tutsi me grita, con los ojos hinchados, recién llego a casa─.

Tutsi es agresiva, levanta los brazos y me corre de casa, mientras bebe enfurecida del pico de una botella de vodka y baila una mezcla de swing-hip hop de una judía británica que acaba de morir en su departamento al Norte de Inglaterra por sobredosis.

Camino rumbo a la calle, enciendo un cigarrillo y me gustaría encontrar el primer gato para darle unas cuantas veces como haría con Tutsi, hasta que se me pase el mal humor.

Tutsi es groseramente malcriada. Levanta sus labios y escupe estupideces siempre que se empina malhumoradamente una botella de licor. Ella piensa que todos tenemos las culpas que ella se carga.

“Te vas a morir como un cabrón”, “¿crees qué solamente eres tú en el jodido mundo?”, “debiste haber nacido muerto”. Hubiera muerto, sino la hubiera conocido. Tutsi es mi único amor. Aunque no la entienda ni un carajo.

Entro al bar cerca de casa, sacudo los pies con polvo y me lamento de la mala suerte por no haber encontrado a ningún gato en el camino. Joe me saluda como siempre, sabe que si traigo la boca llena de cigarrillos es porque Tutsi me corrió.

─Tutsi ya escuchó la notica, ¿ah?

Asiento con la cabeza. Joe pone uno de los sencillos de la cantante muerta. Bebo en seco dos tragos, me relajo con el sonido de su voz, golpea en el corazón como un diamante. La chica habla del amor como si fuera una vieja tatuada de arrugas. La sangre se sale de mis venas con esa voz. La chica es una garganta en el corazón.

Mi pecho se agita, cuando se termina la canción.

Joe me mira y pone otra canción. Me regala una cerveza helada.

Joe palmea ante la explosión de un jazz. El vibrato de la voz de la chica británica me cuelga del estómago como  una rebeldía. Quiero drogarme y subir a las piernas de Tutsi como si fueran dos escaladas de piedra blanca a punto de despolvorearse dentro de mi nariz.

Tutsi hará de chica mala, y me perseguirá por toda la habitación. Bailará chasqueando sus dedos al ritmo de las trompetas de su cantante favorita. Beberá una botella tras otra, mientras se pinta los labios rojos como la chica fallecida.

─ ¿Otra cerveza?, ─me pregunta Joe─.

Pago los tragos y voy corriendo a casa sin ya buscar a ningún gato para darle por el culo. La cantante favorita de Tutsi acaba de morir y, aunque no la comprenda ni un carajo, sólo hay que sostenerla un poco para admirar el sonido de su corazón, vibrante como esa voz.

DEP Amy Winehouse.