Friday, October 09, 2009

AKIRO


María Montelongo




Casi congela su propia cabeza cuando se llevó las manos a las sienes. Todo cambia y por más que quiera oponerse con toda su naturaleza, todo cambia.


Akiro, puede congelar todo lo que toca, puede detener el crecimiento de una rosa naciendo, puede hacer el café frappé, puede hacer nevar en pleno golpe enfurecido de los rayos del sol, puede llevarlo a él a la cama y experimentar fría y deliciosmente el deseo en su cuerpo.


Un beso tibio, una mano fría, el nacimiento de su espalda. Él le pide que lo toque y bese. Ella ha querido decirle desde hace tiempo lo que ha dejado de sentir. Él la mira como el último copo de nieve en el desierto y como esa brisa fría que le hace sentir la piel .


Akiro besa, muerde y toca. Él, le dice "te amo" en un gran beso.


Akiro, ha desesperado sus labios en besos, se ha vuelto ráfaga endemoniada al tocarlo, se ha mirado haciéndolo en el espejo de su habitación tantas veces que se ha quedado por primera vez, hueca como un hielo para refresco.


ÉL, emotivo, le pregunta: ¿me amas?


Ella, lo ha soltado y casi congela su propia cabeza cuando por el susto de verlo como una estatua de cristal sobre su cama se ha llevado las manos a las sienes.