Saturday, November 08, 2008

El morro me dice que cogió con una tremenda gorda. Yo, sólo le pregunto por detalles. Me gustan los detalles contados al caliente o por alguien caliente. Me gusta escuchar que el sexo te hace feliz, por un día o dos, me gusta saber del sexo con extraños.
“…no que sea un gran cogedor pero cuando cojo con alguien nuevo me da eso como empelotamiento en ese rato nada más…”
Quiero empelotarme y dejar de sentir está putísima tristeza, quiero llorar chingos para ya no tener lágrimas, quiero sentir el corazón. Quiero saber o creer que sé amar.
Teorías por las que dejé de tener la capacidad de amar:
1. Me asustan los juramentos de amor: “hemos jurado amarnos hasta la muerte”
2. Dejar de escribir con la claridad con la que lo hago.
3. Miedo a la ruptura.
4. Que el amor, no “nos” sea entendido como el acto de estar en función de la otredad.
5. Que dejé de ser una buena interprete.
6. temo del reflejo, no siento motivación en el reflejo.
7. Hace tiempo que nadie me sabe interpretar. No busco entendimiento.
He escrito 500 entradas... 500 posts, 500 veces que delatan chingos de líneas en mi cara, chingos de tristezas y felicidades.
Y Testamento sigue aquí, fiel a lo que me es y pertenece.
Como mi mejor amigo-enemigo, mi mejor escrito, porque nunca cuido al escribir en él, todo viene sin técnica planeda, sin discurso provocativo, sin tema previamente escogido, después de largas horas de estar senada escibiendo un cuento. todo viene de manera explosiva, visceral e isadórica.
500 días...
A veces necesito el tibio aliento de un pimer beso, a veces que el corazón lata sin que se controle y el color se quede aborbotollado en los labios y las mejillas. A veces sentirme protegida, aunque no sea por mis propios brazos, a veces que la necesidad se haga llanto calientito, que el cuerpo sólo recuerde esos días de invierno abrigados:
El cuerpo se me heló, por primera vez, cuando estuve en el concierto del mastuerzo y a Lila Downs, él, aunque estando a unos pasos, me mostró que ya no me quería. La indeferencia. En aquel lugar, la resistí por la música.
Salí corriendo, porque él no me quería, corrí por toda la explanada del Museo de Historia, me alcanzó y me deshice en sus brazos, como una morona vieja y dura de pan. Por las fotografías y las esculturas, seguí de pie, limpiándome las lágrimas. Y la historia siempre se repite. Fue con la escritura, con la lectura, con el arte de pensar y hablar. Soy una mujer inconveniente, y por fin he roto mi corazón y mi capacidad para amar. Ya no habrá ningún hombre, a nadie le podré dar mi cariño. Ya llegué al final, después de tanto correr, después de tanto huir, después de tanto apoyo de las artes, ya se ha cumplido a lo que más le temo, a la perdida de la capacidad de amar. Ya estando ahí, es como una tela fría en todo el pecho. Un beso no sabe a beso, un abrazo es un saludo, un te quiero ya no es sincero. Definitivamente de mujer inconveniente he llegado a ser una basura.
Realmente lo sineto : (
Ahora no debo soñar, debo contar los hechos como sucedieron.
y así
espero
a que me lleve la muerte.