Tuesday, December 04, 2007

Tengo una oferta para mí misma. Tengo una oferta que no sé si seguir. Me agrada la idea de estar sola y me agrada la idea de estar con alguien más. Hasta el momento he dejado de conocer, en pareja, a alguien que valga mi pena. Sigo insegura de lo que quiero, de la oferta que me propongo. Llego a casa y encuentro mi correo con mensajes (de él) con ganas de conocerme, de seguir platicando en serio. Enciendo el celular y hay mensajes, de quiero verte de nuevo. Creo que no creo en el amor, creo más bien, en un compañero que no se meta con mi soledad, porque esa me gusta. Siento un tipo de huele en el pecho, nylon que me cubre el corazón. Mi corazón bombea igual que siempre, no se ha caído o derretido, incluso ni se ha roto o roído, sigue igual de vaquero y ardiente, anda a la misma velocidad y fuerza. Tengo ganas de llegar a casa y besarte en la frente, con todo el corazón latiendo nylon. Tengo ganas de, ya, decidir qué hacer. Y decir, quiero mirarte, aunque sea en el reflejo de un espejo.