Sunday, December 24, 2006

Gummy bears.
Jamás me han gustado los osos de gomita, incluso dejaba la bolsita llenos de los gomosos amarillos, verdes, naranjas y comía sólo la cabeza de los rojos. Son de esas pequeñas cosas que me cagan, que me enfurecen el día.
De este lado del año, Diciembre tira el aire frío a la cara y apuntala algunas uñas escondidas en mis guantes de colores. Tengo un ejercito de gummy bears, en vez de los 14 gatos pelones que soñé; tengo varias cachetadas atadas en las manos de mucha gente que merezco arrancarle el sucio pellejo, en vez de gritar con fuerza que quiero ser yo misma, independientemente a quien le importe; tengo sabido que en estos días no me ama ni el viento, a pesar que sople en mi dirección; en vez de ser la ventisca que lo abrace; tengo la sombra de Canadá y el dejo de un ya veremos España; tengo el camino recto de los demás, en lugar de los giros que se me desprenden en el trayecto.
Tengo la vida llena de gummy bears, y me acostumbro a comer sólo las cabezas de los rojos. Y a mí me gustan las galletas de animalitos o las paletas de sandía.