Friday, September 30, 2005

De pavores y de fobias una chica YY

Dedicado a D. T

Desde niña le temía a las tazas de los baños a ese agua que en ocasiones pensaba que se derramaría o en peor caso por una soberana fuerza absorbería todo lo que se posara sobre ella, que se tragara mi posadera, esa debajo donde se bifurca la columna, que me diferencia el sexo. Y de sexos, otra fobia, primero el deseo, de caer en el vacío como ya antes lo he dicho, en la incompleta lógica que no completa a calmarse por la razón. El mero placer del ser corpóreo, de ser un amasijo de carne viva, de dejar ser mundo entero y cotidiano. En este caso, mujer. Mujer que me da miedo, “ser o no ser”, inteligencia de pavor que supera lo que pienso, que separa las venas de la sangre, el texto del contexto, la pelusa de la ropa, la comida de la baba, pero la inteligencia de la belleza nunca. Mujer, mujer que me da miedo ser. Si fuera reencarnación, no sería taza, no sería sexo, ni podría ser mujer sin ser mujer. Gracias genoma yy.

Cómo extrañé el caldo de pollo de Argelia

Cómo extrañé el caldo de pollo de Argelia, cómo no extrañarlo si con fiebre muy apenas y levanté la cabeza de la almohada para recordar que no había comido y el punto no era el dinero, no, si el señor Mark me prestó 65 dólares. Llegó hecho un ángel y me trajo medicina para el resfriado; el punto, era ir a comprar algo para comer, afuera llovía y no me atrevía a salir, ya los huesos de pollo que había dejado un día antes estaban más roídos que la banca nacional de México, casi pelaban el tuétano. Maldita fiebre, cómo la maldije, pero tan bendita o brutal que me hizo pensar tanto en la bella criatura que es mi madre. Cuando me da fiebre me acaricia la cabeza, me dice: no te levantes, tómate esta limonada caliente, no veas tanto la televisión y un caldo de pollo levanta hasta los muertos; mientras limpia la casa llena de mis gérmenes. Porque una casa sucia nadie la quiere. Y mira qué feo mi bebé. Yo soy su bebé, su bebé con 23 peludos años, con 23 inconscientes años que por un resfriado y severa fiebre se da cuenta como dice E. Ramonet en la ya pasteada frase: valoras ahora cualquier cosa que antes no… claro, no es lo mismo gemir en el rincón de un basement, sobre un colchón que encontraste en la basura de otra casa, con el refrigerador vacío, la lluvia fría, el aire que traspasa los suéteres y una fiebre que te hace amiga de la nostalgia. Y te hace pensar, que mamá con todo y fiebre aun así iría a comprar medicina para sus bebés, porque son ella. Y así es Argelín bello de guerrero. Con un tubo de acero en una mano retorciéndolo entre los dedos y en la otra con un limón, porque si en la vida sólo te llega un limón, haz una limonada, con su singular mirada deseándote todo el bien. Gracias Mami. Te quiero mucho. Y no era la fiebre la que me hizo alucinarte, tal vez estabas aquí acariciando mi cabeza.